Ir en bici al trabajo es uno de esos pequeños placeres que te da la vida y que muchas personas no saben valorar. Creer que dependemos del coche para todo es una de esas falacias que se han arraigado en la sociedad y que se dan por ciertas sin que la mayoría de la gente se plantee siquiera una alternativa. Los «esqueyos» («Es que yo necesito el coche…», «Es que yo vivo muy lejos…», «Es que yo trabajo en una empresa que…») en general son cómodas excusas que uno se pone para no afrontar la realidad, cuando la única respuesta es que uno no quiere ir en bici al trabajo.

Y es que si uno quiere, puede.

Hace dos días nevó en Madrid. Hacía tiempo que la capital no se veía cubierta de este bonito manto blanco que, sin embargo, nos deja muchos inconvenientes a los ciudadanos. Uno de los más importantes es la paralización de la movilidad. Los grandes atascos han sido la tónica general de las mañanas. Ayer había carreteras impracticables (y por eso usé el tren para mi desplazamiento diario). Hoy he preferido arriesgarme a ir en bici al trabajo, sin saber cómo me iba a encontrar el camino. Esta ha sido parte de mi experiencia:

 

 

No sé por qué mis compañeros de trabajo (de diferentes empresas) siempre han pensado que yo soy más afortunado que ellos, porque yo «puedo» ir en bicicleta, cuando objetivamente nos separan las mismas barreras. No es casualidad que a lo largo de 15 años haya pasado por 5 empresas diferentes y en todas ellas haya tenido la «suerte» de poder ir en bici al trabajo. El último comentario, hace pocos días, fue: «Es que tú tienes tiempo…» (sin saber nada de mi vida privada, de mis ocupaciones o de mis problemas personales… cuando posiblemente esa persona tiene muchas menos obligaciones que yo… pero bueno, así son los prejuicios).

La realidad es que trabajo a 22 km de casa, que normalmente entro temprano por la mañana y que tengo varias alternativas para mi desplazamiento:

  1. En coche. Por lo general se tarda 30 minutos en hacer el recorrido, pero en hora punta por las mañanas suele ser de 40-50 minutos (o incluso más de una hora si hay un accidente). El coste se acerca a los 5 €/día (ida y vuelta), sin contar gastos de mantenimiento del vehículo.
  2. Transporte público. Tendría que tomar el metro o el autobús hasta la estación de tren (20 minutos), más el trayecto en tren (25 minutos), otro trayecto desde la estación de destino hasta la empresa (2 km, que puede ser 20 minutos andando), más tiempos de esperas… se iría hasta 1 h 20 minutos. Coste: unos 6 € (comprando bonos de Metro y Cercanías se quedaría en unos 3 €/día)
  3. Transporte público más bicicleta: Esta opción no está mal, porque se reduce el tiempo de desplazamiento a la estación, quedando al final en unos 50 minutos. Coste: 4 €/día (comprando bonos de Cercanías se queda en unos 2 €/día).
  4. Después de probar las anteriores durante un tiempo, finalmente me decanté por ir en bici al trabajo directamente, sin pasar por transporte público. Un trayecto de 22 km en el que invierto aproximadamente 60 minutos. Coste: 0 €/día.
Ir en bici al trabajo no es el método más rápido, pero desde luego es el más sano y sostenible, además de ser el más barato. Y no considero que el desplazamiento sea tiempo «perdido», sino que es tiempo «invertido» en mi salud e incluso en mi entrenamiento físico de cara a participar en los eventos deportivos que me planteo. Sin duda, la mejor opción. 
ALTERNATIVA    TIEMPO DESPLAZAMIENTO  COSTE DIARIO
============   ====================== ==============
En coche       45 minutos             5 €
Tren + metro   1 hora 20 minutos      3 €
Tren + bici    50 minutos             2 €
En bicicleta   60 minutos             0 €

En general, en una ciudad como Madrid, cualquiera se puede plantear una alternativa de desplazamiento sostenible, como puede ser ir en bici al trabajo, así como las opciones de transporte público. Hay que vencer una serie de resistencias que nos acomodan, basadas en la costumbre, en la imitación, en el estatus social (este es un tema delicado, pero yo pienso que la hidalguía castellana nos sigue haciendo prejuzgar a los ciclistas urbanos como si fueran socialmente inferiores) y muchas cosas más. Una vez superadas estas barreras y prejuicios, uno puede encontrar una solución realmente cómoda, práctica y satisfactoria.

Hace unos años me ocurrió lo mismo cuando mi empresa estaba a 32 km de mi casa, y es que cuando puse las cartas sobre la mesa, me di cuenta de que me compensaba hacer el trayecto en bici+tren (o en bicicleta directamente) frente a la alternativa de pasar una hora en el atasco cotidiano. Empece a ir en bici al trabajo. Aquella oficina estaba situada a las afueras de las Rozas, y de repente me vi cruzando todo Madrid por las mañanas. Llegué a disfrutar mucho del trayecto y lo conté en mi blog. En muchas ocasiones llegaba a mi destino antes que si hubiera ido en coche, a pesar de la distancia. El año pasado participé en la iniciativa «30 días en bici«, en la cual usé la bicicleta para mis desplazamientos por Madrid durante los 30 días del mes.

En general, encontrar alternativas solo depende de uno mismo. Yo lo hago. Y de regalo, me mantengo en forma y soy más feliz.

NOTA: Si crees que tú no puedes ir en bici al trabajo, déjame un comentario o un correo con las ubicaciones, y te propongo la manera más eficaz. Gracias.
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