Las «SR» (Super Randonnée») son pruebas randonneur de larga distancia que destacan sobre las brevets estándar por el desnivel acumulado. La distancia estándar es de 600 km, pero el desnivel debe ser superior a 10000 m (frente al desnivel habitual de una brevet, que suele ser de 1000 metros por cada 100 km). Este plus de dureza hace que una SR tenga un margen de tiempo superior al habitual en el ciclismo randonneur, que en este caso es de 60 horas. Este fue el resultado en forma de vídeo:
Toda la información sobre la SR Sierra Morena está en: https://sr-sierramorena-lasvillas.blogspot.com/
El plan consistía en dividir la distancia en 3 etapas, con dificultad decreciente:
- Etapa 1: Linares – Pontón Bajo (260 km, 4500 m de desnivel)
- Etapa 2: Pontón Bajo – Huesa (200 km, 3200 m de desnivel)
- Etapa 3: Huesa – Linares (150 km, 2500 m de desnivel)
Mi amigo Marcin y yo salimos de Linares a las 6:20 h, rumbo a Despeñaperros. El control 2 se sitúa en un bar que estaba cerrado, pero sacamos la fotografía de rigor y continuamos con la subida (inédita para mí) hasta Aldeaquemada.
Después entramos en la provincia de Ciudad Real, pasando por Castellar de Santiago, donde desayunamos buenas tostadas en Cafetería Churrería Emi. Seguimos camino de Albadalejo, donde lo encontramos casi todo cerrado y casi nos quedamos sin comer. Suerte que llevábamos nuestros propios bocadillos, por si acaso.
Entramos en Jaén por Génave, donde comimos un menú del día en el Mesón Herrador. Llegamos a la zona de Siles, donde paramos brevemente en el camping para tomar un café y continuamos con una tremenda subida hacia las Acebedas, con una pendiente sostenida alrededor del 10-12 % durante los primeros 4 km. La subida continuó hasta alcanzar los 1400 metros de altitud y el cielo se tornó bastante gris, llegando a descargar una tormenta que nos dejó fríos y empapados.
Yo sufrí una crisis por el exceso de esfuerzo empleado en este puerto y tuve que parar a recuperar un rato, lo que provocó un retraso importante. No disfruté lo debido en el descenso por el río Madera hasta la recóndita aldea de la Toba, donde cenamos y retomamos la ruta casi al anochecer. En la última subida del día, el puerto de Despiernacaballos, se nos hizo noche cerrada y solo pudimos intuir la espléndida naturaleza que nos rodeaba por los ruidos que llegaban del bosque. Llegamos casi a las 23 h al restaurante La Fonda en Pontón Bajo, donde cenamos muy bien y recogimos la llave del alojamiento La Tienda de Felipe.
A las 7 AM salimos de nuestro alojamiento para subir al punto de control establecido en el Nacimiento del Río Segura. Seguidamente regresamos a Pontón Bajo, para desayunar en La Casa del Cordero y proseguir nuestro camino. Ya estaba recuperado de mi desfallecimiento del día anterior, pero Marcin se encontraba claramente más fuerte porque es mucho mejor escalador que yo, y durante el resto de la ruta ocupé humildemente mi puesto de sufridor. Recorrimos los kilómetros más panorámicos y espectaculares de la ruta, con vistas sobre el pantano del Tranco y acercándonos al bonito pueblo de Hornos.
Después dimos un pequeño rodeo por Villanueva del Arzobispo, donde compramos unos bocadillos en el bar La Bolera, muy cerca de la rotonda donde se situaba el control, antes de adentrarnos de nuevo en la zona más agreste del Parque de la Sierra de las Villas.
Descendimos hasta el río Guadalquivir, y desde ahí comenzamos un terrible ascenso hasta el embalse de Aguascebas, en un entorno salvaje y espectacular.
Aún quedaba mucha etapa, con un descenso por pistas forestales asfaltadas, muy sinuosas y empinadas, hasta llegar a Chilluévar, donde pinché la rueda trasera.
Llegando a Cazorla nos impresionó la última subida, con porcentajes superiores al 10%, y es que ya íbamos muy cansados. Aún nos quedaban 20 kilómetros hasta Huesa, debiendo atravesar Quesada, donde nos anocheció. Llegamos al Hotel Sierra de Huesa casi a las 23 h, pero pudimos cenar un reconstituyente menú con pasta y croquetas.
Comenzamos la última etapa a las 6:30 h, con terreno favorable hasta que comenzamos la subida sorpresa a Cabra del Santo Cristo. A mitad de subida nos detuvimos a desayunar en Larva. Antes de llegar a Cabra, pudimos ver las cumbres de Sierra Nevada sobre el horizonte, aún con nieve.
Tras el descenso y antes de iniciar la subida a Albánchez de Mágina, nos detuvimos a desayunar en un lugar estupendo, el Hostal-Restaurante Paraíso de Mágina, donde el dueño nos trató con gran amabilidad y nos contó que su hija se había ido a Madrid y estaba trabajando como farmacéutica en el Hospital de Fuenlabrada. Se veía que era buena persona. Nos puso unas tostadas con aceite de oliva ecológico exquisito y nos llevamos dos bocadillos de queso con tomate para la ruta.
La subida al puerto de Albánchez fue muy pesada, bajo un sol de justicia y temperaturas de pleno verano. La cosa se puso peor en el descenso, después de pasar por el curioso pueblo de Torres de Albánchez.
Nos acercábamos al valle del Guadalquivir y el calor se fue haciendo insoportable. Volví a pinchar poco antes de llegar al río Guadalquivir. No encontrábamos ni una sombra para sentarnos a comer, pero necesitábamos recuperar fuerzas. Terminamos comiendo en la cuneta bajo el único árbol grande que encontramos en varios kilómetros. A partir de aquí, y hasta llegar a Úbeda por unos cuestarrones inhumanos, el cansancio y el calor nos azotó de lleno. Paramos a comprar bebidas en la gasolinera a la salida de Úbeda y, ahora sí, el camino ya se hizo mucho más llevadero hasta que llegamos a la última subida en el acceso a Linares.
En resumen, una aventura durísima pero preciosa. Ha sido mi primera Súper Randonné, y supongo que no será la última.
Me ha gustado mucho el reportaje, gracias por tan buen rato y enhorabuena por vuestra proeza.
Un abrazo