Viaje cicloturista a Los Arribes del Duero

El verano de 2020 me ha traído una inesperada experiencia cicloturista. Debido a la pandemia mundial, se abría un tiempo de reflexión para los ciclistas que habitualmente participamos en pruebas deportivas, sean de competición o no. Al suspenderse la mayoría de pruebas anunciadas, nos quedamos sin objetivos. Pero cuando remitieron las restricciones de movilidad, mi amigo Roberto y yo vimos la posibilidad de hacer una pequeña escapada cicloturista a un lugar que teníamos en mente desde hace tiempo. Se esperaba una semana de bastante calor, pero decidimos arriesgarnos. La experiencia resultó fantástica y voy a plasmar en esta entrada un resumen del viaje, por si alguien quiere experimentar esta ruta o alguna de las muchas alternativas posibles en la zona.

En nuestro caso, optamos por llevar bicicletas de carretera, pensando en hacer muchos kilómetros, pero no es descartable viajar a esta zona con bicicletas de montaña o, mejor aún, las «gravel» que te permiten circular por todo tipo de terrenos. De hecho, Roberto llevó su bicicleta «gravel», pero yo estaba más limitado. Nos tuvimos que saltar alguno de los miradores famosos, como el «Pozo de los Humos«, por la dificultad de acceso a la zona. De todas formas, la experiencia resultó apasionante y la exigencia deportiva, bastante elevada (siempre nos gusta que nuestras rutas tengan una componente de cierta dureza).

Partíamos de la estación de ferrocarril de Salamanca, a donde llegan trenes regionales que permiten transportar bicicletas desde Madrid. Dividimos la ruta en 4 etapas, surcando la zona occidental de Salamanca, la franja portuguesa por la N221 y el sur de Salamanca por Ciudad Rodrigo y La Alberca. A continuación, enlaces a las etapas en Strava (de donde se pueden descargar los tracks) y vídeos de Relive.com:

ETAPA 1: Salamanca – Saucelle – 104 km

La primera etapa se iniciaba a mediodía de una jornada bastante calurosa, dado el horario de llegada del tren a Salamanca. Comimos en la estación e iniciamos nuestra aproximación hacia nuestro objetivo Nos alojamos en Saucelle, un pequeño pueblo cercano a la frontera y a la presa conocida como «Salto de Saucelle». Era un lugar estratégico, ideal como base para la etapa del día siguiente.

ETAPA 2: Saucelle – Fermoselle – Sendim (Portugal) – 132 km

El plato fuerte del viaje era este precioso recorrido paralelo al río Duero, con aproximaciones a algunos puntos estratégicos, como los miradores y el embarcadero de Aldeadávila de Duero, con unas impresionantes rampas que nos hicieron sudar. Los puertos en los Arribes del Duero se recorren al revés. Primero se baja, y después se sube, generalmente envueltos en un ambiente húmedo que multiplica la dureza. Después de comer en Villarino de los Aires atravesamos el río Tormes para llegar al precioso pueblo de Fermoselle, y desde allí cruzamos la frontera portuguesa por el Duero hasta un acogedor hotel en Sendim.

ETAPA 3: Sendim – Ciudad Rodrigo – 170 km

Aunque tuvimos bastantes dudas a la hora de diseñar el recorrido, queríamos hacer toda la franja portuguesa norte-sur pasando por varios enclaves muy bonitos hasta el puente de Barca d’Alva, donde paramos a comer. Remontamos el Duero hasta la preciosa localidad de Escalhao y nos encaminamos de nuevo hacia terreno español por La Bouza y Puerto Seguro, atravesando una zona muy agreste, con rampas traicioneras. Todavía nos quedaba cruzar el río Águeda antes de llegar a la preciosa Ciudad Rodrigo. Una jornada muy larga, durísima y llena de experiencias.

ETAPA 4: Ciudad Rodrigo – La Alberca – Salamanca (124 km)

La última etapa nos llevó de nuevo a Salamanca, no sin antes dar un pequeño rodeo por uno de los pueblos más bonitos de España, por su arquitectura y tradiciones: La Alberca. El resto de la ruta se convirtió en una interminable sucesión de toboganes a través de fincas ganaderas, que el viento y el calor, más la dureza acumulada de los días anteriores, convirtieron en un pequeño infierno. Llegamos a Salamanca con la satisfacción de haber disfrutado de 4 días de cicloturismo de cierta dureza, pero sin las prisas y la exigencia de las pruebas randonneur en las que participamos frecuentemente.